Mmmmm… Libertad.
Dulce sabor, que te llena desde el primer instante.
Un derecho tan humanamente necesitado… que duele cuando te privan de él.
Algo tan fácil como elegir, es algo tan difícil como escoger.
Quizás algunas personas tengan demasiada libertad… pero es que la libertad sabe tan bien.
Ese gustillo que se queda en el cuerpo al hacer una elección, no se puede expresar con palabras, no con palabras que le definan como ha de definirse.
Es algo parecido a la victoria.
Ese” ganar”… ganar libertad.
Una sensación tan única como el volar haciendo paracaidismo.
Intentando expresar con una cara, algo completamente increíble. Fallando en el intento.
Pero es que en el día a adía, la ansiamos tanto.
Ansiamos la salida del instituto, como si fuera algo “malo”. Particularmente a mi no me apasiona dar clases, pero el contar los minutos para obtener la “libertad” es algo que se llega a volver tedioso… y que a la vez es una rutina. Que no quiero cambiar.
Esas ganas de que tus padres callen, y te dejen ir a tu habitación libre de pensar como quieras.
Esas ganas de ver a “ese alguien”.
Pero eso último no tiene nada que ver con la preciada libertad.
La libertad es algo a lo que estamos acostumbrados, hablamos de ella como si fuera broma… no quiero meterme en temas políticos… pero la libertad no es ser libre.
La libertad, es sentirse libre.
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