Por un momento, te permitiste enseñar el boceto de una sonrisa.
Por un momento, dejaste atrás los malos pensamientos, y diste rienda suelta a la risa que luchaba por salir de lo más profundo de tu estomago.
Por un momento, tus ojos se iluminaron, mostrando la alegría que sentías, que intentabas camuflar.
Por un momento, tus palabras fueron sinceras y ese “Te quiero” no fue en vano. No si le sacó una sonrisa.
Oh… sentiste las mariposas en el estomago también.
Tus labios fueron ocupados y las sensaciones siguientes son indescriptibles.
Las ganas de más aumentaban y el tierno beso fue subiendo de nivel en esa pequeña habitación de su piso de estudiantes.
Fuera su camiseta, arrebatada por tus manos inquitas.
Tu pelo desordenado y tú camisa deslizándose poco a poco por tus hombros, ayudada por tú chico.
Por suerte o desgracia fueron interrumpidos por una de sus compañeras de piso.
No viviste hasta el momento situación más vergonzosa. Los tres rojos y una frase incompleta por parte de la pobre chiquilla.
-Mejor os dejo –después de eso, acompañado de una sonrisa, arruinando el momento, abandonó la habitación.
Fuera el calor, pasión y ganas.
Vergüenza. Vergüenza. Vergüenza. Vergüenza.
Salisteis de la habitación, ropa en su sitio y colores en el rostro. Ella no estaba... mejor
-Perdón –susurraron sus labios, seguidos de una risa.
+No importa –un pico- aclárale un poco las cosas, solo que no piense cosas que no son y –dudaste- otra vez será.
-Seguro.
Otro beso y fuera, en la calle una brisa fresca, rebajó el color de tus mejillas.